jueves, 24 de diciembre de 2020

Siglo XVIII - Elizabeth Fry

                            Breve Biografía de Elizabeth Fry

Elizabeth Gurney nació en 1780 en Norwich, Inglaterra. Activista, enfermera y ministra cuáquera promotora de las reformas en las prisiones inglesas.

Era la cuarta de doce hijos de una rica familia de banqueros cuáqueros. La Sociedad Religiosa de los Amigos o Iglesia de los Amigos, conocida como los cuáqueros, es una comunidad de origen cristiano protestante, fundada por George Fox (1624-1691).  Defienden la justicia, la honradez estricta, la vida sencilla y el pacifismo; creen que cada persona lleva algo divino dentro de sí y que tanto hombres como mujeres pueden y deben participar en el ministerio religioso.

Elizabeth desde muy joven se interesó por las actividades filantrópicas que su familia apoyaba. Organizó en su propia casa una escuela para los niños vecinos y comedores para los más necesitados. En 1800 se casó con un rico comerciante de té, también cuáquero Joseph Fry (1777-1861) y se trasladaron a Londres. La pareja tuvo once hijos, cinco varones y seis niñas.

En 1811 Elizabeth fue registrada como ministra de la Sociedad Religiosa de Amigos. Dos años más tarde, a los treinta y tres años visitó por primera vez la prisión de Newgate  y quedó horrorizada por las miserables condiciones en las que vivían cientos de hombres, mujeres y niños, encerrados sin esperanza y sin ningún futuro. Esas prisiones eran fosas de indecencia y brutalidad.

Fue pionera en un programa de reformas, con dedicación y amabilidad,  instituyó medidas para la mejora del lugar: les enseñó higiene básica, lavar y limpiar las inmundas celdas, creó una escuela dentro de las cárceles para enseñar a leer, escribir y coser y cuidados especiales para las mujeres que estaban allí con sus hijos. Elizabeth escribió en su libro “Prisiones en Escocia y el norte de Inglaterra” que pasó  la noche en algunas cárceles e invitó a la nobleza a quedarse y así comprobar por sí mismos las condiciones en que vivían los prisioneros. 

Fundó en 1817, junto a otras mujeres voluntarias, la Asociación para el Mejoramiento de las Prisiones, en las que sugería: Separación de prisioneros por sexo, edad y tipo de crimen. Guardias femeninas para las prisioneras. Educación y trabajo remunerado para las reclusas, además de la instrucción religiosa. 

Con entereza y gran decisión visitó cárceles de varios países de Europa y sobre esa experiencia elaboró un informe  “Una investigación sobre la disciplina carcelaria”  donde señaló que los presos debían ser tratados con dignidad y podían ser rehabilitados. En 1818 se convirtió en la primera mujer en leer ante el Parlamento inglés su testimonio sobre las prisiones británicas, lo que contribuyó a la Ley de Reforma Penitenciaria de 1823. Su dedicación y entrega hacia los prisioneros le valió el apodo de “El ángel de las prisiones”.

Elizabeth viajó hacia finales de 1830 por diferentes países de Europa, Holanda, Dinamarca, Francia y Hungría, para que adoptaran  sus medidas de reforma y mejoraran sus cárceles. Visitó durante 25 años más de cien barcos de convictos que partían hacia Australia u otras colonias británicas. Hizo campañas por los derechos y el bienestar de esos prisioneros. Su trabajo ayudó a la abolición oficial del transporte en 1837, pero siguió visitando barcos hasta 1843.

Incansable  y abnegada, abrió Refugios Nocturnos para las personas sin hogar, en los suburbios de Londres. Participó en la investigación y la propuesta de reformas en los hospitales y asilos psiquiátricos. Incluso la  Reina Victoria  contribuyó con su dinero  para que Elizabeth organizara  en 1840 la Sociedad de Hermanas Protestantes de la Caridad,  primera escuela de cuidadoras para la atención de enfermos y presos.

Activa y tenaz fue su encendida lucha contra la esclavitud y su defensa de los más desfavorecidos. Bregó por la educación de las mujeres trabajadoras, por mejores viviendas para los pobres y estableció comedores populares. Gran reformadora social y filántropa, tenía una gran fe religiosa, su lema era “la caridad para el alma es el alma de la caridad”.

Elizabeth Fry falleció en 1845. Luego de su muerte, dos de sus hijas publicaron sus “Memorias, con extractos de sus diarios y cartas”.

Fuentes y Bibliografia

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