Freya Stark nació en 1893 en París, Francia. Intrépida viajera, exploradora y escritora inglesa.
Sus padres eran artistas cultos y bohemios, un pintor británico y una madre escultora y pianista que viajaban mucho, por lo que Freya en su infancia, no tuvo una educación formal. Asistió a la Universidad de Londres en 1912, pero al estallar la Primera Guerra Mundial, se alistó como enfermera en Italia y luego regresó a Londres donde hizo Estudios Orientales. Ávida lectora, estudió la literatura clásica y todas las obras publicadas por exploradores del Medio Oriente.
Sabía varios idiomas, como inglés, francés e italiano, además dominaba el turco, árabe y persa, lenguas que le facilitaron sus viajes. Apasionada por el Medio Oriente, en 1927, a los 34 años embarcó con destino a Damasco, en Siria, para estudiar a los drusos y entrevistar al líder espiritual de esa comunidad. Los drusos son una minoría religiosa heterodoxa islámica, es decir, no aceptan los dogmas y creencias de la religión. La zona donde vivían, Líbano y Siria, se encontraba en ese entonces, bajo la ocupación francesa, por lo que Freya no pudo concretar sus sueños.
Valiente y muy decidida, en 1929 volvió a viajar, esta vez a Bagdad, capital de Irak, para estudiar otra secta religiosa, conocida como los Hashashin (los Asesinos). Secta disidente ismailí nacida alrededor del siglo XI que asesinaban líderes enemigos en presencia de público. Freya estudió a fondo el Corán, viajó sola a Persia, donde cartografió la región y corrigió errores en los mapas del Gobierno Británico. En las montañas de Shahrud, en 1931 descubrió las ruinas de uno de los castillos de la secta (tenían cerca de cincuenta), además exploró otras aldeas cercanas y recogió información sobre las costumbres de esa zona.
Viajó a lomo de burro y de camello, se enfermó de malaria, se aventuró por remotas y peligrosas montañas, soportó los rigores del desierto, un terreno seco y desolado, exploró los yacimientos arqueológicos de la zona. Freya, intrépida, inteligente y tenaz, siguió viajando, fotografiando y tomando notas durante casi toda su vida.
Sus experiencias y su valor fueron utilizados por el Gobierno Británico: durante la II Guerra Mundial, fue enviada como espía a organizar una red de inteligencia para evitar que los árabes apoyaran a Hitler. Estuvo en El Cairo, Adén, el puerto de Yemen y luego en Irak.
Incansable viajera y exploradora, a principios de la década de 1950 viajó a Turquía; con más de 70 años a China y Camboya; tenía 81 años cuando subió, a más de cinco mil metros de altitud, las montañas del Himalaya a lomo de una mula.
Freya ha escrito cerca de treinta libros sobre sus hazañas de viaje: "El valle de los asesinos y otros viajes persas" (1934), "Un invierno en Arabia" (1940), "Puertas y caravanas: un retrato de Turquía" (1971) y cuatro volúmenes de memorias. Ha ganado varios premios literarios.
En 1953 le concedieron la Cruz del Imperio Británico y en 1972 fue nombrada dama del Imperio Británico. Freya Stark murió en su casa, en Asolo, al norte de Italia, en 1993, poco después de cumplir los 100 años de edad.
Fuentes y Bibliografía
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