Breve Biografía de Dora Maar
Hija de una violinista francesa y de un arquitecto croata, la familia se trasladó en 1910 a Argentina, donde su padre dirigió varios proyectos, tanto en Buenos Aires como en Colonia, Uruguay; en esta última ciudad realizó la Plaza de Toros del Real de San Carlos. Aunque pasó una infancia solitaria, leía mucho en inglés y en su casa se hablaba francés y español.
Henriette regresó a Francia a los veinte años y se instaló en París, donde comenzó su formación artística en la Escuela de Artes Decorativas además de estudiar en la academia del pintor cubista André Lhote (1885-1962). Continuó en la Escuela de Fotografía, y con Henri Cartier- Bresson (1908-2004), quien la animó a convertirse en fotoperiodista. Cambió su nombre a Dora Maar y se estableció como fotógrafa profesional junto al fotógrafo y escenógrafo Pierre Kéfer, realizando proyectos comerciales y publicitarios.
Poco después, en 1934 Dora abrió su propio estudio fotográfico para profundizar su exploración de la fotografía. Inteligente y de carácter independiente, esta fotógrafa vanguardista, realizó fotografías de modas, retratos, desnudos, paisajes y fotomontajes, con gran influencia del surrealismo. Esta expresión artística que apareció en París hacia 1924, rechazaba las normas establecidas, para lograr mayor espontaneidad y libertad creativa.
"29 Astorg Street", 1936 |
Prolífica artista de gran talento, entusiasta y llena de vitalidad, Dora experimentó con varias técnicas, como el collage, el frottage (=frotamiento), el desenfoque, retratos y paisajes en blanco y negro. Preocupada por los temas sociales, recorrió las calles de París, Londres y Barcelona, donde el lente de su cámara captó la pobreza, la cruel realidad de lisiados, mendigos y marginados, que luego reaparecían en sus montajes surrealistas, representando el mundo enigmático de los sueños: manos emergiendo de una concha de caracol, una figura humana con cabeza de ave, entre otros. Comprometida políticamente, se convirtió en una tenaz activista de izquierda, lo que la relacionó con otros grupos de activistas.
Frecuentó a reconocidos artistas e intelectuales de toda Europa, donde era considerada una talentosa fotógrafa. Sus obras fueron admiradas y publicadas en las mejores revistas, libros y catálogos surrealistas. Su producción artística tenía cada vez más éxito y en 1936 Dora participó en la Exposición Internacional Surrealista en Londres, con su fotografía “Retrato de Ubu”; su sentido del humor negro y macabro se reflejó en esta obra: un monstruo con las orejas caídas, que parecía
salido de un sueño o una pesadilla.
"Retrato de Ubu" -1936 |
Ese mismo año, Dora con 29 años conoció a Picasso de 55 años y su vida cambió. Pablo Picasso (1881-1973) ya era el famoso e innovador pintor del siglo y tenía una lista de varias mujeres amadas e infelices. Cuando se aburría de una mujer, la reemplazaba por otra.
Dora y Picasso vivieron durante casi diez años un amor tormentoso: al principio fue su modelo, su hermosa musa, luego la utilizó y le exigió un amor sumiso e incondicional: quedó para siempre como un ser torturado y angustiado, en la serie del pintor “La mujer que llora”. Picasso menospreciaba el talento de Dora como fotógrafa y la alentó para que se dedicara a pintar.
En 1937, mientras Picasso trabajaba en su gran obra "El Guernica", Dora documentó su trabajo en varias etapas, pero la relación era de una continua humillación y desprecios: para el “genio” había dos tipos de mujeres, “las diosas y las que servían de felpudo”. Picasso era un machista cruel, egocéntrico y violento y muchas veces la dejaba inconsciente en el suelo después de golpearla. Seguía teniendo otras jóvenes amantes lo que llevó a Dora, mujer sensible, a una profunda depresión y por un tiempo, tuvo que ser internada en una clínica psiquiátrica.
En 1946 la relación terminó y su vida quedó destruida, Dora vivió casi aislada, sin contacto con sus amigos; se convirtió en católica devota y nunca volvió a la fotografía. Se dedicó a pintar bodegones y paisajes abstractos y aunque continuó trabajando hasta su muerte, se negó a exponer sus obras. Tras la separación del pintor, Dora dejó de existir para el mundo como fotógrafa, solo se la recordaba como la amante de Picasso.
Vivió recluida más de cuarenta años, Dora Maar falleció sola, en París, en 1997, a los 90 años. En su casa los historiadores de arte encontraron todos los recuerdos que tenía de Picasso: más de cien cuadros del pintor, dibujos y trozos de periódicos que ella atesoraba como reliquias.
En junio de 2019 el Centro Pompidou de Paris realizó una retrospectiva de la obra de Dora Maar, con más de 400 piezas y documentos, algunos creados hace más de ochenta años, y que dejan la impronta de una gran artista.
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