María Montoya Martínez nació en el pueblo de San Ildefonso, en Nuevo México, se cree que en la década de 1880, no hay registro exacto de su fecha de nacimiento. Artista nativa, ceramista.
El pueblo de San Ildefonso, como otros pueblos de nativos americanos, tiene una rica cultura ancestral, donde se mezclan las antiguas tradiciones de los indios con los festivales españoles y norteamericanos. Desde niña María aprendió a trabajar la arcilla de la manera tradicional, observando a su tía y a su abuela: aprendió a esculpir ollas, cuencos y otros tipos de vasijas.
Pero con el tiempo, los utensillos de cocina de estaño español y esmalte eran más económicos y fueron sustituyendo a los de cerámica. El interés, la voluntad y la capacidad creativa de María impidió que el arte de la alfarería se extinguiera. En 1904 se casó con Julián Martínez, un pintor indio americano. Juntos formaron un equipo trabajando la artesanía tradicional de su pueblo: María esculpía y Julián pintaba los dibujos de las ollas. Experimentaron nuevas técnicas y diseños, adquiriendo mucha habilidad y pudiendo vivir de su arte.
Durante 1908 y 1909 se hicieron excavaciones arqueológicas en un pueblo cercano de San Ildefonso, de las cuales se extrajeron pequeños fragmentos de cerámica antigua. El director del Museo de Antropología de Nuevo México, Dr. Edgar Hewett, al conocer la habilidad de María como alfarera, le pidió que reprodujera las cerámicas prehistóricas. El Museo exhibió las réplicas y el matrimonio Martínez fue contratado: con arduo trabajo y mucha paciencia, evolucionaron y perfeccionaron su técnica, usando los métodos de principios de siglo XX.
De los primeros cuencos y jarras de barro cocido, de múltiples colores, pasaron a partir de 1915 a crear ollas más grandes, en negro mate y negro sobre negro brillante, con los que tuvieron éxito y reconocimientos. Julián siempre innovaba los dibujos decorativos, inspirándose en los diseños pre históricos.
La generosidad de María la llevó a compartir sus conocimientos, a enseñar la forma de crear piezas de cerámica a otros miembros de su pueblo, incluyendo a su familia; el éxito de estos productos y la afluencia constante de turistas convirtió al pueblo de San Ildefonso, en un centro turístico y de artesanía nativa americana.
Los hijos de María y su nieto continuaron con la producción de la pintura artística de las ollas, principalmente después de la muerte de Julián, ocurrida en 1943. María ha recibido varios premios y ha presentado sus cerámicas en muchas ferias mundiales. Recibió en 1954, el Medallón de Artesanía, otorgado por el Instituto Americano de Arquitectos y el Palmas Académicas de Francia, por su contribución al mundo artístico. Le fue otorgado el doctorado honoris causa por cuatro universidades.
María Montoya Martínez siguió trabajando incansablemente: murió en 1980, dejando tras de sí un legado de experiencias y conocimientos, haciendo de la industria alfarera una importante fuente de ingresos para su pueblo San Ildefonso. A partir de su muerte, las cerámicas de María se han vuelto como piezas de colección y son difíciles de encontrar.
Fuentes y Bibliografía
2 comentarios:
Muy interesante tu trabajo, me esta dando una muuy buena mano con una investigación para la facultad. Te mando un beso.
Germán
Germán gracias por tus palabras. Me alegra saber que te ha sido de utilidad. Saludos
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