Mary Anning nació en 1799, en Lyme Regis, en el condado de Dorset, al sur de Inglaterra. Paleontóloga y comerciante de fósiles.
Pertenecía a una familia de clase económica baja, su padre era un ebanista que completaba sus ingresos con la búsqueda de fósiles en los yacimientos costeros cerca de Lyme Regis y luego vendía sus hallazgos a los turistas. Eran religiosos disidentes (=protestantes no anglicanos), por lo que la sociedad conservadora, los discriminó legal y socialmente.
Mary y su hermano Joseph desde pequeños, acompañaban a su padre a buscar fósiles en los acantilados, y cuando su padre murió en 1810, tuvieron que recogerlos para poder subsistir. A principios del siglo XIX muchos turistas de clase alta visitaban las costas de Lyme Regis, y los hermanos exhibían su mercadería para venderlas. Joseph empezó como aprendiz de tapicero, por lo que tenía poco tiempo para las búsquedas.
Mary seguió sola; todos los días iba a la playa y, cuando bajaba la marea, se metía debajo de los precipicios para buscar los fósiles que se soltaban de las rocas. Con gran paciencia y esmero, los llevaba a su casa para limpiarlos, sacarles el cieno y pulirlos. Durante muchos años mantuvo amistad con Elizabeth Philpot (1780-1857), una inglesa muy culta que había venido de Londres a instalarse en Lyme y que coleccionaba peces fósiles. Iban juntas a la playa, donde se extendía un área de piedra caliza y salientes rocosos; Elizabeth enseñó a Mary a catalogar los especímenes, en qué fecha y en qué estrato de roca los encontraba.
En 1812 Mary vendió un esqueleto de casi cinco metros, a un científico William Bullock (1773-1849), que lo mostró públicamente en Londres; allí llamó la atención de otros científicos e incluso de religiosos, acerca de antiguas vidas y la historia de la tierra.
Al primer fósil se le llamó ictiosauro, era un reptil marino. Empezó para Mary una relación con la comunidad científica que cada vez más se interesaba por los fósiles, y le pedían más hallazgos, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de la familia. A pesar de ser pobre y mujer, sin educación formal, Mary leía muchos libros científicos y copiaba a mano artículos que le interesaban; se apasionaba tanto que hacía ilustraciones detalladas de los fósiles marinos que encontraba y se convirtió en una experta anatomista.
Los principales geólogos de la época la visitaban y recolectaban fósiles con ella, entre ellos Henry De la Beche (1796-1855) y William Buckland (1784-1856), profesor de geología en Oxford. En 1820 un coleccionista de fósiles, Thomas Birch (1768-1829), al saber de la desesperada situación económica de la familia Anning, organizó una subasta pública con su propia colección de fósiles, y les donó lo recaudado; al final de la subasta, afirmó que había sido Mary quien los habia encontrado. Esta, muy perseverante, seguía en su búsqueda de especímenes en los acantilados y su posterior venta. A medida que realizaba nuevos hallazgos, su reputación crecía y varios geólogos y coleccionistas visitaban los énclaves geológicos de Dorset, y luego adquirían sus fósiles.
En 1825 en Francia, el anatomista francés George Cuvier (1769-1832), en un libro que publicó, puso el nombre de Mary Anning debajo de una ilustración de un espécimen de plesiosaurio que ella había dibujado y encontrado. Pero la Sociedad Geológica de Londres, muy influyente, no aceptaba mujeres ni les permitía asistir a las reuniones; eran los paleontólogos a los que Mary vendía los hallazgos, los que publicaban sus descripciones. Era ignorada completamente: los geólogos no podían creer que una joven carente de estudios pudiera tener la capacidad que ella mostraba.
Mary Anning ha dejado un legado inestimable, se le atribuye el descubrimiento de la mayor cantidad de fósiles: los ictiosauros, plesiosauros y pterosaurios que encontró, pusieron en evidencia que la tierra había estado habitada por animales muy distintos a los actuales. Con el estudio de los fósiles se pudo hacer un registro del cambio evolutivo a lo largo de millones de años en tiempos geológicos. En los fósiles de belemnites(=grupo extinguido de moluscos) se encontró sacos de tinta fosilizada y los coprolitos o bezoar son fósiles de excrementos; esto tiene mucha importancia pues los paleontólogos pudieron determinar los hábitos alimenticios de las especies extintas.
A petición del geólogo William Buckland, que alabó la habilidad e integridad de Mary, la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, le concedió en sus últimos años una renta vitalicia por sus contribuciones. Ella siempre decía: "El mundo me ha utilizado con tan poca consideración que me ha hecho sospechar de la humanidad en general". Mary Anning murió en 1847, enferma de cáncer.
Después de su muerte, científicos e historiadores acreditaron a los naturalistas que compraron sus especímenes, como los descubridores. Siguieron ignorándola; la Sociedad Geológica de Londres no admitió mujeres hasta 1904. Sus hallazgos están expuestos en el Museo de Historia Natural de Londres y en la Galería de Paleontología del Museo de Historia Natural de París.
En 1999 en Lyme Regis hubo un encuentro internacional de historiadores, paleontólogos y coleccionistas de fósiles, para conmemorar el 200º aniversario del nacimiento de Mary Anning.
Fuentes y Bibliografía
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