Amalia de la Vega, nombre artístico de María Celia Martínez Fernández, nació en Melo, departamento de Cerro Largo en 1919. Compositora y cantante folklórica uruguaya.
Hija de un militar, el coronel Luis Martínez y Ema Fernández, María Celia tenía tres años cuando su familia se trasladó a Montevideo debido al trabajo de su padre; un año después su padre murió. Aprendió a amar todo lo nativo, pues su madre cantaba los versos criollos de Elías Regules (1861-1929) e iba con frecuencia a Melo. Empezó a cantar sola en su casa y luego en reuniones familiares; con su grupo de amigos iba a festivales benéficos a cantar. No tenía un modelo de cantante a seguir, pero la única voz que influyó en ella fue la de Carlos Gardel (década de 1880-1923) quien cantaba cifras y estilo con guitarra criolla antes de cantar tangos.
Años más tarde, María Celia hizo su debut en 1942, a los 23 años, en las fonoplateas de Radio El Espectador y Radio Carve, tomando como seudónimo Amalia de la Vega. Fue autora de letras y músicas de varias canciones, pero se destacó en la creación de melodías con las que musicalizó textos ajenos. El músico Walter Alfaro fue el promotor de su carrera y compositor de muchas de sus canciones.
Amalia de la Vega se destacó como cantante clásica y popular. En una entrevista comentó que nunca estudió canto; su voz era natural, fresca y espontánea, tenía un registro de voz de mesosoprano y una dicción clara; la melodía estaba definida en cada tema, cantaba con las guitarras criollas, otras veces con acompañamiento orquestal, dirigida por el maestro Federico García Vigil y otras acompañada de arpa y piano. Precursora del canto y de la música criolla, en su repertorio se encuentran las raíces de la música autóctona de nuestro país: la tapera, el mate amargo, la carreta, el caballo, el peón rural, el gaucho, los pájaros. Era tímida, pero exigente y de fuerte personalidad, tenía buen gusto para seleccionar e interpretar su repertorio a través de las milongas, las cifras y las vidalitas.
Musicalizó poemas gauchescos de varios poetas uruguayos como Bartolomé Hidalgo (1788-1822), Serafín J. García (1905-1985), Fernán Silva Valdés (1887-1975), Tabaré Regules (1889-1962), Osiris Rodríguez Castillos (1925-1996) y de Juana de Ibarbourou (1892-1979). Ampliaba el repertorio con temas argentinos y chilenos, con otros ritmos.
Su talento artístico trascendió las fronteras del país y recorrió con su voz y junto a guitarristas criollos de renombre, los escenarios de Argentina, Brasil y Chile. Grabó más de cien discos simples y de larga duración, entre ellos: “Amalia la nuestra”, “Manos ásperas”, “Poetas nativistas orientales”, “Mate amargo” y “Juana de América”. Recibió el cariño del pueblo que la llamaba “Primera dama del folklore oriental” o “Primera dama de la canción nativa”.
Esta exquisita intérprete cantó en televisión en Canal 5 y Canal 10, pero no se sentía cómoda frente a las cámaras, prefería estar con sus guitarristas grabando en la soledad de los estudios. Cosechó elogios a lo largo de su brillante trayectoria, fue un referente y ha servido de inspiración a muchos músicos.
Amalia de la Vega, virtuosa y tenaz difusora del canto nativista, recibió en el festival de Durazno, el Charrúa de Oro en 1974. Dejó de cantar definitivamente en 1985 y falleció en el año 2000, a los 81 años.
Este octubre de 2019 en el Día del Patrimonio se homenajea su legado y su vida bajo el título: “La música del Uruguay: 100 años de Amalia de la Vega”.
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