María de Oignies nació en 1177 en Nivelles, en la provincia de Brabante, Bélgica. Mística beguina.
Nació en el seno de una noble familia y obedeciendo la voluntad de sus padres, se casó a los catorce años; influenció tanto en su marido Luis de Nivelles, que lo convenció de vivir como hermanos y dedicarse a la vida religiosa. Se consagraron a la caridad, ejerciendo durante siete años, una labor asistencial en las leproserías, utilizando sus propios ingresos para pagar los gastos de los enfermos.
En 1207, a los 30 años, María con el permiso de su esposo, se recluyó en una celda cerca del priorato de Oignies, en una comunidad de beguinas. Estas mujeres eran muy piadosas y se dedicaban al cuidado de enfermos y de desamparados; no eran monjas, sus votos eran temporales, pero tampoco laicas comunes: tenían una sólida formación cultural y teológica y por su vida contemplativa experimentaban éxtasis acompañado de visiones, por su íntima relación con Dios.
La fama de María de Oignies, por su gran actividad en obras de misericordia y sobre todo por la vida de santidad y consagración a Dios, se extendió y numerosas personas venían desde lejos a visitarla. Con gran vocación para la enseñanza, pasaba del latin clerical a la lengua vernácula los dogmas básicos y El Cantar de los Cantares. Tuvo mucha influencia sobre Jaime de Vitry, gran predicador de principios del siglo XIII, amigo de papas y que fue obispo de Acre en Palestina (hoy Israel) desde 1210 a 1228.
Algunos historiadores afirman que en 1212, María de Oignies recibió como gracias místicas, los estigmas, doce años antes que San Francisco de Asís. En el año 1213, María de Oignies murió a los 36 años de edad.
Tras su muerte, Jaime de Vitry escribió su biografía y confesó que debía su ordenación como sacerdote a las orientaciones y oraciones de María y que se había nutrido de su sabiduría. Fue un gran defensor y protector del movimiento de las beguinas, murió en 1240.