|
Isabel I, Reina de Castilla |
Breve Biografía de Isabel I, Reina de Castilla
Isabel nació
en 1451 (segunda mitad del siglo XV) en Madrigal de las Altas Torres, Avila,
España. Reina de Castilla.
Hija del rey Juan II de Castilla (1405-1454) y de su
segunda esposa Isabel de Portugal (1428-1496) la pequeña Isabel quedó a los
tres años de edad, huérfana de padre, por lo que ella y su hermano Alfonso (1453- 1468), quedaron bajo la tutela de la madre, en la
villa de Arévalo. Enrique (1425-1474), hijo del primer matrimonio de Juan II, fue
proclamado como Enrique IV rey de Castilla y León a la muerte de su padre. Un año
después Enrique se casó en un segundo matrimonio con doña Juana de Portugal (1439-1475),
quien dio a luz a la heredera Juana en 1462. Esta infanta apodada la Beltraneja será la
causa de la guerra civil por el derecho al trono, ya que fue considerada hija
de la reina Juana con Beltrán de la
Cueva y no hija legítima del rey.
A causa de las presiones políticas,
intrigas palaciegas e intereses de la nobleza castellana que no aceptaban a
Juana, Enrique IV nombró oficialmente a su hermanastra Isabel como legítima heredera
al trono. Luego de la muerte del rey, Isabel se proclamó Reina de Castilla a
fines de 1474, en Segovia. En 1469
Isabel y Fernando de Aragón (1452-1516) se
habían casado en Valladolid.
Cuando Isabel subió al trono, Castilla era un
reino anárquico, ella estaba decidida a transformarlo en un estado regido por
el orden: junto a su ambicioso esposo Fernando desarrollaron una política de
reforma económica y militar, quitando poder a los nobles, para expandir el poder real, no habiendo mayor autoridad que la de los soberanos. Comenzó la Guerra de Sucesión Castellana, enfrentamiento bélico que duró cinco
años, hasta 1479, entre los partidarios
de Juana y los de Isabel. Juana al final perdió todos los derechos a la Corona de Castilla y
permaneció hasta su muerte, en 1530 en
Portugal.
Isabel y Fernando tuvieron cinco
hijos, aunque el rey le fue infiel a su
esposa varias veces, y tuvo varios hijos ilegítimos. Isabel, de fuertes
convicciones católicas, quería que toda España fuese cristiana, para eso instaló
en 1478 la Inquisición,
decretando la expulsión de los judíos en 1492 y algunos años después, en 1502
la expulsión definitiva de los musulmanes del reino de Granada. Durante este período hubieron muchas luchas entre
musulmanes y castellanos, con el rey Fernando dirigiendo las operaciones
bélicas. Isabel, valiente y con gran habilidad política, se presentaba en el
campo de batalla con varias damas de la
corte y con personal médico, para levantar la moral de la tropa. Arriesgaba su
vida por el deber de hacer la unificación religiosa, y fue precursora del
Hospital de campaña, para atender a los heridos.
Isabel administró justicia con
severidad, con férrea voluntad firmaba los castigos impuestos por la Inquisición para
acabar con los herejes: muchas personas fueron torturadas y quemadas en la
hoguera. Nunca se cuestionó su rectitud, actuaba con la convicción de que
era la voluntad Divina. Los moros habían
estado ocho siglos en España, y la expulsión de ellos, fue considerada la
última victoria del cristianismo, por lo que se otorgó a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos.
Isabel, como madre de cuatro mujeres
y un varón como heredero del reino, se preocupó por la educación
de todos y los instruyó en las
obligaciones que tenían al ser hijos de
reyes y que debían sacrificarse por ese motivo. Como era la costumbre en esos siglos,
los reyes acordaron los matrimonios de cada uno de sus hijos, fueron alianzas políticas con Portugal, Inglaterra y Flandes (hoy Bélgica).
Isabel financió la expedición de Cristóbal Colón hacia las Indias
Occidentales en 1492, lo que era otra oportunidad para expandir el
territorio español y evangelizar las tierras conquistadas, es decir, América. España
se convirtió en una nación fuerte, dinámica y con gran crecimiento económico.
De fuerte personalidad, Isabel fue muy controvertida: severa e intolerante
con los que no profesaban la religión cristiana, fue sin embargo, una mujer honesta y caritativa, decidida a
hacer lo que consideraba correcto, sin
aceptar sobornos (todo lo contrario del rey Fernando), defendiendo con vigor a los más humildes: dejó escrito en su
testamento que ”los indios y moradores de las tierras conquistadas no reciban
agravio alguno y que fuesen bien
tratados”. Dueña de un gran autodominio,
no dejaba traslucir sus emociones, aunque los últimos años de su vida estuvo
sumida en el dolor y la tristeza, ante la muerte de sus hijos, Isabel y Juan y sus
nietos, los hijos de ambos.
Luego de un reinado de casi treinta
años, Isabel I, Reina de Castilla murió en noviembre de 1504, en Valladolid. En su
testamento dejó como sucesora del reino a su hija Juana (1479-1555), pero su
padre el rey Fernando la encerró en 1509
en el castillo de Tordesillas, tras declararla incapacitada mental. Fernando
gobernó España hasta su muerte, como regente de su nieto Carlos, hijo de Juana, llamada La Loca y Felipe de Borgoña
(1478-1506).
Fuentes y Bibliografia