Breve Biografía de Yayoi Kusama
Yayoi Kusama (o Kusama Yayoi apellido antes del nombre) nació en Matsumoto, Japón, en 1929. Activista, artista, escultora y escritora japonesa.
Es la menor de cuatro hijos de una familia adinerada,
pero infeliz. Vivió una infancia muy
traumática: sufrió abusos físicos por parte de su madre, quien además, la obligaba a espiar a su padre en los actos
sexuales con sus amantes. A los diez años comenzó a pintar flores de forma
compulsiva, pero su madre se lo impedía,
por lo que empezó emocionalmente a sufrir crisis nerviosas. Experimentó
alucinaciones y pensamientos obsesivos, con tendencia suicida.
En 1948 entró
a la Escuela Municipal de Artes y Artesanía, en Kioto donde
estudió Nihonga, un riguroso estilo de
pintura japonés de la Era Meiji (="era del culto a las reglas” entre 1868 y
1912). Aunque no le gustaba la rigidez y la tradición impuesta por su sensei
(maestro), se graduó un año después.
Yayoi Kusama se interesó en el vanguardismo americano y europeo, que le permitió innovar y tener libertad de expresión. Comenzó a cubrir paredes, pisos, lienzos a gran escala y cuerpos desnudos con lunares, lo que se convirtió en su marca personal. Ha luchado contra la incomprensión y los prejuicios de su entorno y la sociedad misógina y patriarcal en que vivía la llamaba una “artista loca” que no practicaba el auténtico arte japonés. En la década de 1950 realizó varias exhibiciones individuales de sus pinturas en Matsumoto y Tokio.
En 1957, con 28 años, abandonó Japón y se trasladó a Nueva York donde fue conocida como líder del movimiento vanguardista; fue una época muy productiva y de desbordante creatividad, experimentó en grandes instalaciones llenas de luz, incorporaba espejos, color y música. Las flores son un tema recurrente en sus obras; creó dibujos con infinidad de puntos, con calabazas, óleos, acrílicos, pinturas, collages.
Pacifista, se manifestaba enérgicamente contra la guerra y abogaba por la paz y el amor: con gran audacia y provocación, organizaba happenings en el Central Park donde pintaba grupos de personas desnudas con lunares brillantes, como protesta contra la Guerra de Vietnam. “Gran Orgía para Despertar a los Muertos” fue expuesta en el MoMA en 1969. También realizó “esculturas blandas”, una serie que llamó “Acumulación”, sillas y sofás realizados con tela y acolchados donde expresó su agresividad y violencia, utilizando colores estridentes e imágenes fálicas. Tenía un profundo temor a la sexualidad por sus traumas infantiles. “Al traducir las alucinaciones en pinturas, he intentado curar mi enfermedad", ha reflexionado Yayoi.
Además de sus pinturas abstractas y surrealistas, la artista fue autora de novelas, historias cortas, cuentos infantiles y poesía surrealista. Escribió “La odisea de mi alma en lucha” un ensayo autobiográfico y “La gruta de los estafadores de la calle Christopher" ganó un Premio Literario. A lo largo de su vida tuvo que ser internada en varias ocasiones en instituciones psiquiátricas, debido a episodios de su trastorno obsesivo. Ha atravesado fases muy creativas y otras oscuras y depresivas que plasmó en los lienzos “Acumulación de cadáveres” o “Sueño persistente”.
En 1973 regresó a Tokio donde reside de forma voluntaria en un psiquiátrico, el Hospital Seiwa para Enfermos Mentales y trabaja en su estudio, muy cerca de donde vive. Yayoi Kusama llama a sus creaciones “arte-medicina”. Hacia 1994 comenzó a crear esculturas al aire libre con flores gigantes: “Flor de Shangri-La” (2000).
Ha recibido numerosos premios: La Orden de las Artes y las Letras (2003) y el Premio Nacional por Logros de Vida de la Orden del Sol Naciente (2006); ese mismo año se convirtió en la primera mujer japonesa en recibir el Premio Mundial de la Cultura, uno de los más prestigiosos de Japón para artistas reconocidos internacionalmente. Sus obras se encuentran en algunos de los museos de arte más importantes del mundo.
Al día de hoy, con noventa y dos años, Yayoi Kusama es una de las artistas más conocidas y sigue creando arte todos los días. Ha dicho: “Hago mis obras para sobrevivir al dolor, al deseo de muerte”, "Espero que el poder del arte pueda hacer que el mundo sea más pacífico".