Breve Biografía de Eglantyne Jebb
Nació en una próspera familia campesina y fue una de los seis hijos del matrimonio Jebb. Sus padres eran personas instruidas y se interesaban en actividades filantrópicas, en las cuales participaban también los hijos. Eglantyne recibió una esmerada educación en su hogar con institutrices; dominaba el francés y el alemán. En 1895, a los 19 años, estudió Historia en Oxford donde se graduó; fue una de las primeras estudiantes universitarias de la época. Asistió al Stockwell Training College de Londres y se preparó para ser profesora, algo poco usual para jóvenes de clase alta. Odiaba el sistema de clases: “En el sentido social solo debería existir una clase: la gran clase de la humanidad”.
En 1899 empezó a dar clases como maestra en una escuela pública, pero quería hacer algo más útil: mejorar el destino de los niños y las niñas de esas humildes familias. Un año más tarde, dejó la escuela y se instaló en Cambridge, se implicó en el trabajo social como miembro de la Organización de Caridad de esa ciudad. Escribió un artículo donde destacaba las malas condiciones de vida en muchos barrios, el hacinamiento, las enfermedades y muertes derivadas de la falta de saneamiento en la era victoriana. “Cambridge: Un estudio social” (1906).
En 1919, ayudada por su hermana Dorothy, Eglantyne, desafiante e innovadora, creó y dirigió en Escocia la Fundación Salvar a los Niños” (Save the Children Fund). Controvertida, esta asociación soportó muchas críticas, acusándola de traidora, de ayudar a los hijos del “bando enemigo”. Hizo campaña como organizadora de refugiados, decidida y entusiasta, logró convencer al público para que apoyara la causa que defendía: ayudar a niños huérfanos y hambrientos. “Es imposible que nosotros, como seres humanos normales, veamos a los niños morir de hambre sin hacer el esfuerzo por salvarlos. Todas las guerras son guerras contra los niños”
Un año después se inauguró la Unión Internacional Save the Children con el apoyo de la Cruz Roja Internacional, con el objetivo de “no distinguir entre política, raza o religión. Un niño es un niño, sea rojo, blanco o negro”. Toda su energía y sus esfuerzos estaban en ayudar a millones de niños hambrientos, huérfanos y desplazados.
Con coraje y valentía logró que la organización Save the Children tuviera gente competente: médicos, enfermeras y periodistas, así ganó gran reputación. Eglantyne llevó a cabo grandes campañas de ayuda donde fuera necesario: en la devastadora hambruna de Rusia, en la construcción de aldeas para refugiados en Bulgaria, en ayuda para Grecia, Egipto, Chile y Japón tras los terremotos que dejaron muchas muertes.
Eglantyne fue precursora en fomentar la ayuda humanitaria en la guerra como en tiempos de paz. Su determinación y solidaridad, la llevó a actuar en nombre de los demás para crear un mundo más justo y pacífico. En 1924 la Unión Internacional Save the Children publicó en Ginebra, Suiza, lo que sería su mayor legado: la Declaración de los Derechos del Niño.
“El
Niño deberá ser cuidado por una familia, alimentado, apoyado, protegido y
asistido en caso de enfermedad. El Niño deberá ser el primero en recibir ayuda
en situaciones de emergencia. El Niño deberá ser protegido ante cualquier forma
de explotación. El Niño deberá recibir una educación de calidad. El Niño será
libre de opinar y ser escuchado para poder ejercer sus derechos”.
Eglantyne
Jebb falleció en 1928, y sus restos descansan en el cementerio de San Jorge en
Ginebra.
Actualmente Save The Children trabaja en 130 países de todo el mundo, siguiendo los principios de Eglantyne. Debido a la Segunda Guerra Mundial, recién en 1959, las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos del Niño, basándose en los valores que transmitió Eglantyne.
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