Maria Sabina Magdalena García nació en 1894 en Huautla de Jiménez, en el estado de Oaxaca, al sur de México. Sanadora mexicana indigena de la etnia mazateca.
María Sabina pertenecía a una familia de médicos tradicionales (=chamanes) que curaban a las personas mediante hierbas, raíces, sustancias vegetales, plantas y hongos. Huérfana de padres, desde los tres años fue criada por sus abuelos maternos que se dedicaban a la cría del gusano de seda y a la agricultura tradicional.
Para combatir el hambre, María Sabina iba al monte y consumía hongos sin saber si eran o no comestibles. Luego de ingerirlos, comenzó a escuchar “voces que venían de otro mundo”. Poco después supo que tanto sus familiares como la gente del poblado indígena los consumían, pero principalmente los usaban para curar enfermedades.
Recibió una rigurosa educación sobre los usos de los hongos alucinógenos, lo cual le permitió adquirir los conocimientos ancestrales. María Sabina aprendió que en la Naturaleza hay plantas que curan dolencias, supo cómo usarlas, cómo se puede sintonizar con ellas; plantas que contienen sustancias que llevan a la paz interior, al bienestar y la felicidad. Viuda con tres hijos, su vida era muy humilde: se dedicaba a la siembra de maíz y frijol en su terreno, mientras se convirtía en una conocida curandera o herbolaria, que no cobraba a las personas que acudían ante ella por sus enfermedades.
Para evitar problemas con la Iglesia, María Sabina asistía a misa y contribuyó a la fundación de la Asociación femenina de la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús. Como sanadora mazateca, practicó el sincretismo, pues usaba la liturgia católica con salmos, bailes y cánticos de los antiguos sacerdotes de Motezuma. Estaba convencida que Jesucristo o algún otro ”ser suprerior” operaba a través de los hongos y le aportaba la sabiduría para curar. Luego que el paciente consumía los hongos sagrados, ella practicaba la videncia y la medicina. Era muy respetada y conocida como sabia o chamana (=la que conoce).
En 1952 Robert Gordon Wasson (1898-1986) un investigador etnomicológico viajó a México para estudiar el consumo de hongos en la población nativa. La etnomicología (parte de la antropología y la filología =estudio de lenguas históricas) es el estudio de los usos e impacto sociológico de los hongos psicoactivos (=cómo afectan la función del cerebro, los estados de ánimo y la conducta) utilizados en prácticas espirituales. María Sabina sólo hablaba la lengua mazateca, no sabía leer ni escribir otra lengua; a pesar de eso, permitió a Robert Gordon participar en los rituales y le enseñó los usos y efectos de los hongos alucinógenos o “Niños santos” como ella los llamaba, con la condición que siguiera siendo privado.
Unos años más tarde, en 1959 apareció un artículo sobre la experiencia de Robert Gordon “En busca de la seta mágica” con el nombre de María Sabina y el de la comunidad donde vivía; esto despertó el interés sobre los hongos psicoactivos, llegando gran número de personas, principalmente los hippies, a las regiones montañosas de Oaxaca. Los hippies era un movimiento juvenil de la década de 1960 que adoptaban la vida en comunidad, al aire libre y al consumo de alucinógenos.
María Sabina sin proponérselo, se convirtió en una celebridad internacional, como una guía maestra y diosa del hongo sagrado; pero al ver que los visitantes no respetaban las tradiciones mazatecas y consumían los hongos sin la preparación adecuada ni la orientación de un “sabio”, consideró que había sido un error el difundir sus conocimientos.
La comunidad indígena debía cuidar la herencia cultural, la Sabiduría Ancestral del conocimiento y acusaron a María Sabina de lucrar con la cultura de su pueblo, condenándola al ostracismo.
María Sabina, símbolo de la sabiduría indígena, murió en 1985 en la pobreza, ya que no cobraba por sus servicios.
Actualmente, marzo de 2013, existen más de dos millones de indígenas en México, de numerosas etnias, con diferentes culturas e idiomas, entre ellos más de veinte pueblos indios están en riesgo de extinción. Todos ellos sufren la discriminación, el racismo y la misma condición de pobreza, (llegando a un alto nivel de desnutrición infantil), lo que impide su inserción en la sociedad: trabajo, salud y educación siempre en desventaja, y el gobierno no tiene un programa integral que logre reivindicarlos plenamente. Algunas etnias siguen fieles a su lengua, su vestimenta, sus rituales, respetando su cultura ancestral, pero los niños que logran asistir a la escuela, deben aprender el español, una lengua que no es la materna.
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